VERSTAPPEN, CAMPEÓN DEL MUNDO POR UNA ‘CAGADITA’ DE LECLERC
Si el año pasado el Mundial de Fórmula 1 se decidió en la última vuelta de la última carrera del calendario (cuando Verstappen adelantó a Hamilton en Abu Dabi), este año el Mundial se ha «resuelto» por una sanción a Leclerc, que en la lucha con Checo Pérez por la segunda posición en la última vuelta en Japón se saltó la última curva. La pérdida de puntos tras recibir una sanción de cinco segundos que le hizo perder el segundo cajón del podio le da el segundo título mundial a Max Verstappen, que una vez más ganó la carrera de forma casi insultante.
Se nos ha «olvidado» señalar una «pequeña» diferencia entre la resolución del Mundial 2021 y esta del 2022: aún quedan cuatro carreras por disputarse. El que el año pasado Verstappen y Hamilton se jugaran el Mundial en la última vuelta, y que en este al neerlandés le hayan sobrado cuatro carreras dice mucho de lo que ha sido este campeonato, llamado a ser el de la ‘revolución’ por la nueva reglamentación, con la que se suponía que se igualarían las fuerzas y aumentaría el espectáculo, pero que al final ha sido más de lo mismo: gana el que tiene el mejor coche. Que Red Bull, encima, tiene el mejor piloto.
Pero centrándonos en la carrera de Suzuka, todo se resumen en dos palabras: ‘lluvia’ y ‘caos’. Lo primero es un fenómeno meteorológico, inevitable (a no ser que construyan los circuitos con techo) pero gestionable. O no. Porque en esto de las carreras en mojado parece que vamos con la palanca en posición R. Ha sido el de Japón un GP pasado por agua, como aquella mítica carrera en la que se proclamó campeón del mundo James Hunt tras negarse un recién quemado Niki Lauda a defender su ventaja en el Mundial en 1976 (recuerden la película Rush). Pues bien, han pasado casi 50 años desde entonces… y vamos a peor. Porque cada vez que llueve el caos y la desorganización se apodera del Gran Circo. Porque estando incluso en la vuelta de formación no hay total seguridad de si la salida va a ser detrás del coche de seguridad o en parado. Porque, lo más indignante de todo, estuvo a punto de producirse un accidente que podría haber sido brutal, cuando Pierre Gasly, que había salido desde el pit-lane, se encuentra casi en medio de la pista a la grúa que estaba evacuando el recién accidentado coche de Carlos Sainz. Porque la carrera, tras este incidente, está casi hora y media parada, con un intento de salido abortado. Por… tantas y tantas cosas que están convirtiendo el Mundial de Fórmula 1 en una competición chapucera y, para muchos, adulterada.
Eso sí, una competición que tiene un líder indiscutible: Max Verstappen. Si hace justo un año Lewis Hamilton se veía ya campeón del mundo de Fórmula 1 por octava vez, lo que le hubiera dado el trono de Michael Schumacher, al superarle en número de títulos, hoy el británico no debe creerse que esté peleando por cuartos puestos (en Suzuka terminó quinto, tras el Alpine de Ocon), y que su Mercedes no sea el absoluto dictador de la última década. La pretendida ‘revolución’ sí ha afectado, y mucho, al equipo alemán, que no ha sabido ni adaptarse a la nueva normativa ni reaccionar a mitad de temporada. Cosa que sí ha hecho, sin duda, Red Bull, que aunque empezó el año por detrás de Ferrari, ha sabido evolucionar el coche para volver a la gloria ganada hace ya unos cuantos años con aquellos cuatro Mundiales consecutivos de Sebastian Vettel.
Y luego está el piloto. Max Verstappen ha ganado 12 de las 18 carreras disputadas (solo ha «dejado» que se subiesen a lo más alto del podio Leclerc en tres ocasiones, Sergio Pérez en dos y Carlos Sainz en Silverstone), ha confirmado que lo de Abu Dabi del año pasado no fue suerte, y que, con tan solo 25 años, es el rey absoluto del hoy y del mañana de la Fórmula 1. En Suzuka, en una carrera que duró poco más de media hora les sacó nada menos que 26 segundos a Pérez y a Leclerc. Una máquina pilotando otra. Esperemos que no estemos ante una nueva ‘era’ Red Bull-Verstappen en la que las carreras vuelvan a ser paseos triunfales del neerlandés.
El hecho de que Verstappen haya ganado el Mundial de forma matemática por la ‘cagadita’ de Leclerc en la última curva, en la que hizo un recto presionado por Sergio Pérez, no desenfoca en absoluto el hecho de que el neerlandés ha sido el mejor con muchísima diferencia en todo el Mundial.
Ferrari, de bien en peor
Y por detrás… Ferrari. Esta frase vale para dos tercios de las carreras que llevamos de Mundial. Empezaron los cavallinos a tope, con dos victoria y un segundo de Leclerc en las tres primeras carreras, con los millones de tiffosi de Ferrari esperanzados con el «por fin este año sí»… para hundirse mucho antes de la mitad de la temporada. Los de Maranello presentaron el mejor coche en la primera cita del Mundial, en Baréin, pero se han ido diluyendo como un azucarillo, poco a poco, según se sucedían las carreras. Y cuidado, que Ferrari es el segundo mejor equipo tras Red Bull. Pero como le suceden al Real Madrid o al Barcelona en fútbol, ser segundos es ganar el premio al primer perdedor.
Y hablando de desgracias rojas, Carlos Sainz fue el piloto que menos corrió en Japón de toda la parrilla, pues un brutal aquaplanning en la primera vuelta terminó con el culo del Ferrari empotrado en las protecciones, y con la carrera de un piloto español que había demostrado, una vez más, que es de los mejores en agua. Otra lástima más a la irregular temporada del madrileño.
Por lo que respecta a Fernando Alonso, se mantuvo en el pelotón de persecución toda la carrera, y aunque se vio perjudicado por entrar de los últimos a cambiar el neumático de lluvia extrema, un nuevo y sabio cambio de ruedas al final de la carrera, con tan solo cinco minutos por disputarse (la carrera en Suzuka se corrió por tiempo, no por vueltas), terminó con el asturiano ganando cuatro plazas en dichos últimos cinco minutos, para terminar en una meritoria sexta posición.
La vergüenza de Gasly
Como ya hemos adelantado antes, la gran vergüenza del Gran Premio de Japón fue la primera vuelta del mismo, con los coches engullidos por la húmeda nube de agua que levantaba el pelotón tras darse la primera salida, y de la que Carlos Sainz salió con el Ferrari empotrado en una escapatoria. Pues bien, a Pierre Gasly (AlphaTauri, con el anuncio aún caliente de que sustituye el año que viene a Alonso en Alpine), que había salido desde el pit-lane por problemas técnicos, se retrotrajo por un segundo al trágico momento de la muerte de su amigo Jules Bianchi hace justo ocho años, y en el mismo circuito de Suzuki, sufrió un accidente, al golpearse contra un camión grúa, que le produjo la muerte siete meses después. ¿Y por qué se le apareció? Porque, cuando ya había aparecido en su monitor la señal de bandera roja que anunciaba la suspensión de la carrera tras el accidente de Sainz, vio ante sí, en el margen de la pista… la grúa que estaba retirando el Ferrari del madrileño, con un comisario casi dentro del asfalto. Por milímetros, estuvo a punto de repetirse la tragedia en Suzuka. Lo dicho, la Fórmula 1 a veces evoluciona… para peor.
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