#MÚSICA + COCHES
LOS COCHES QUE «ARRANCARON» LA CULTURA DEL ROCK
#TalDíaComoHoy 10 de mayo, Bill Hayley y los Comets lanzaron «Rock around the clock», fecha considerada como el nacimiento oficioso del rock. Una música y una cultura que no serían las mismas sin la presencia eterna y fundemental de los coches.
De los V8 a los solos de guitarra: los coches que movieron el rock and roll
Un rugido de motor, una Fender al rojo vivo, una carretera sin fin. En 1954, cuando Bill Haley y sus Comets lanzaron «Rock around the clock» no solo arrancaba el rock and roll. También comenzaba un romance de alto octanaje de una generación y una cultura con el mundo de los automóviles. Desde entonces, los coches no solo han sido medio de transporte: se han convertido en símbolos de libertad, deseo, juventud y, por supuesto, ritmo. Este es un viaje con el pedal a fondo por los momentos en que el rock y el motor fueron la misma cosa.
La gasolina que prendió el rock
Los años 50 no solo vieron nacer el rock,: también fueron la época dorada del automóvil estadounidense. Mientras las guitarras eléctricas sacudían los suburbios, Chevrolets, Cadillacs y Fords conquistaban el asfalto. Chuck Berry, uno de los padres del género, lo dejó claro en «Maybellene» (1955): la historia de una persecución a toda velocidad entre un Ford V8 y un Cadillac Coupé de Ville.
Berry no solo cantaba sobre coches: los vivía. Sus letras eran auténticos catálogos rodantes. En «You Can’t Catch Me», alardeaba de un aerodinámico coche futurista que superaba a cualquier patrulla. ¿Resultado? John Lennon se inspiró en esa canción para su «Come Together». Motor y rock, otra vez, iban de la mano.
Cadillacs, chicas y guitarras
Hablar de rock sin hablar de Cadillac es como ignorar a Elvis. El Rey del Rock no solo cantó sobre coches, los coleccionaba compulsivamente. Regaló más de un centenar de coches a amigos y desconocidos. Su Cadillac rosa de 1955 se volvió tan icónico como su tupé. Era más que un coche: era un símbolo sexual, de estatus y de rebeldía.
La imagen era clara: un tipo con chaqueta de cuero, una chica a su lado y un motor rugiendo. El rock vendía fantasías de velocidad y deseo, y los coches eran el envoltorio perfecto. De ahí surgieron himnos como «Little Deuce Coupe» y «Fun, Fun, Fun» de los Beach Boys, donde el sol, las chicas y los coches formaban un triángulo sagrado.
Muscle cars y guitarras distorsionadas
En los 60 y 70, el muscle car tomó el relevo. Coches como el Dodge Charger, el Plymouth Barracuda o el Mustang GT eran los equivalentes mecánicos de una Gibson Les Paul saturada por un Marshall a todo volumen.
Bandas como ZZ Top convirtieron los coches en protagonistas. Su famoso Ford Coupé de 1933 rojo apareció en todos sus videoclips de los 80, convirtiéndose en un fetiche audiovisual. En «Gimme All Your Lovin’», el coche era tan importante como la música. Y con él, las fantasías masculinas de poder, estilo y conquista se ponían sobre ruedas.
«Highway to hell» y autopistas del deseo
No todos los coches del rock eran descapotables bajo el sol. También había carreteras oscuras, velocidades ilegales y finales trágicos. «Highway to Hell» de AC/DC no iba sobre vehículos, pero su título se convirtió en sinónimo de una vida a toda velocidad sin frenos ni destino.
Temas como «Radar Love» de Golden Earring o «Born to Be Wild» de Steppenwolf convertían la autopista en un espacio casi místico. La carretera era libertad, pero también huida, rabia y, muchas veces, muerte. El rock vivía a 200 km/h, con el volante en una mano y la guitarra en la otra.
Crash and burn: rockeros y sus coches malditos
A veces, el idilio entre rock y motor acababa mal. Muy mal. El coche fue tumba y altar para muchos. Marc Bolan, de T. Rex, murió en un Mini. Eddie Cochran, uno de los pioneros, falleció en un accidente de coche en 1960, apenas con 21 años. Su tema «Summertime Blues» quedó como epitafio de juventud truncada.
Incluso James Dean, aunque más actor que rockero, se convirtió en ícono del rock post mortem con su Porsche 550 Spyder estampado. Su frase “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” fue adoptada por generaciones enteras de músicos y fans.
De Detroit a Londres: rock británico con alma yankee
Aunque los Beatles y los Stones nacieron en calles británicas, sus sueños olían a asfalto americano. «Drive My Car» de los Beatles jugaba con el deseo de estrellato y volante. «Brown Sugar» de los Stones se grabó mientras Jagger recorría EE. UU. en un Jaguar E-Type. El rock británico absorbió el fetichismo mecánico yanqui y lo hizo propio.
Incluso en pleno punk, con toda su rabia callejera, el coche seguía ahí. El «Gary Gilmore’s Eyes» de The Adverts mencionaba coches patrulla, y Joe Strummer de The Clash solía hablar de motores como símbolos de opresión o evasión.
Coches eléctricos, pero el rock sigue rugiendo
Hoy el rock ha perdido el trono comercial, y muchos coches ya ni rugen: zumban. Pero la conexión sigue. Bandas como The Killers o Kings of Leon mantienen viva la llama del coche como símbolo de evasión. Y artistas como Jack White o The Black Keys combinan riffs de garage con estética vintage de mecánica americana.
Incluso el cine lo recuerda. Películas como «Drive», «Baby Driver» o la saga «Fast & Furious» no solo tienen coches: tienen bandas sonoras con alma de rock. Porque donde hay velocidad, peligro y deseo, siempre hay un bajo marcando el ritmo.
Más canciones que arrancan motores
Aquí algunas joyas donde el coche no es un extra: es el protagonista.
- «I’m in Love with My Car» – Queen
- «Mercedes Benz» – Janis Joplin
- «Highway Star» – Deep Purple
- «Fuel» – Metallica
- «Shut Down» – The Beach Boys
- «Low Rider» – War
- «Drive» – The Cars (sí, hasta el nombre lo dice todo)
Cuando el rock se convirtió en coche
No es solo que los rockeros canten sobre coches. Es que los coches son rock. Desde el estruendo de un motor V8 hasta el diseño agresivo de un muscle car, todo en ellos respira lo mismo que una guitarra saturada: energía, rebeldía, potencia.
Un coche viejo, un ampli ruidoso y un tanque lleno siguen siendo el inicio de muchas aventuras musicales. Porque aunque cambien los modelos y los géneros, mientras haya alguien dispuesto a pisar el acelerador y subir el volumen, el rock and roll seguirá rodando.
