#HISTORIAS
LAS MAYORES «CAGADAS» DE LA HISTORIA DE LA AUTOMOCIÓN AL ESTILO «NEW COKE»
#TalDíaComoHoy 23 de abril de 1985 Coca-Cola sorprendió al mundo reformulando su leyenda con la NEW COKE. El fracaso fue sonado, y poco después volvieron a la fórmula de siempre con Coca-Cola Classic. En honor de esta «cagada», repasamos hoy aquí los mayores errores en la historia de la automoción en todos sus ámbitos.

Renault Avantime
Renault y su obsesión por crear segmentos que nadie quiere con el Avantime y el Vel Satis (2001-2009)
A principios del siglo XXI Renault se tiró a la piscina con dos modelos que querían romper moldes. El Avantime, un monovolumen-cupé futurista, y el Vel Satis, una berlina de lujo antipremium. El problema no era la audacia, sino que el mercado no pedía eso. Ventas flojas, imagen difusa y millones perdidos. Renault aprendió a golpes que la innovación sin timing es puro ruido.

Peugeot 1007
PSA y su error de cálculo con el Peugeot 1007 (2004-2009)
La idea: un urbano con puertas correderas eléctricas. ¿El problema? Costaba como un compacto, pesaba como uno también, y tenía una fiabilidad electrónica cuestionable. PSA apostó por el diseño por encima de la función, y el mercado le dio la espalda. Un ejemplo claro de cómo la ingeniería innecesaria puede matar a un producto.

Fiat Croma II
Fiat y su eterna crisis de identidad
Entre los años noventa y 2010 Fiat fue una montaña rusa. Modelos como el Croma II o el Stilo nacieron sin alma ni dirección. La marca iba a la deriva, sin una idea clara de si debía competir por precio, por diseño, por innovación… o por nostalgia. Aunque hoy el grupo Stellantis le ha dado nuevo oxígeno (y la línea 500 vende bien), esos años fueron un desierto estratégico.

Saab 9-5, el último producido
La liquidación de Saab a manos de General Motors (1990s-2011)
Saab no murió sola: GM la mató por fases. Primero ignorando su ADN, luego con recortes de inversión, y finalmente con clones mal disfrazados. Cuando GM se deshizo de Saab, la marca estaba tan debilitada que ni con ayuda externa pudo sobrevivir. Hoy es un símbolo del “cómo no gestionar una marca con herencia”.

Volkswagen y el Dieselgate (2015)
Una de las mayores crisis industriales en Europa. Volkswagen manipuló software de emisiones para aparentar menos contaminación. Más de 11 millones de coches afectados, miles de millones en multas, y una desconfianza generalizada hacia el diésel. La cagada no fue solo técnica, fue ética. Y cambió para siempre la política medioambiental automotriz en Europa.

Opel Astra de 2016
Opel antes de ser rescatada por PSA (2000s-2017)
Durante años, Opel fue la oveja gris del grupo General Motors: sin rumbo claro, sin independencia de diseño, y con una línea de productos cada vez menos competitiva. El Insignia fue lo último digno de mención antes de una caída libre. PSA compró Opel en 2017, y desde entonces la marca ha resucitado con modelos modernos y racionales. Pero lo anterior fue una travesía por el desierto.

La sobreinversión en el diésel por parte de toda Europa
No fue culpa de una marca: fue culpa de todos. Gobiernos que incentivaron fiscalmente el diésel durante décadas… y cuando se descubrió su impacto real en la salud urbana, el castillo se vino abajo. Marcas como Renault, Peugeot o incluso Mercedes vieron cómo su inversión masiva en diésel se desvalorizaba de un plumazo. Lo que parecía una apuesta inteligente acabó siendo un bumerán.

Lancia Voyager
Lancia: un renacimiento que llega después de su etapa más negra
Sí, Lancia está de vuelta en 2024 con el nuevo Ypsilon. Pero no olvidemos que en los 2010s fue reducida a una única línea, con modelos Chrysler remarcados (el Thema, el Voyager) que destruyeron su imagen en toda Europa excepto Italia. Fue un crimen corporativo, uno de los mayores errores del grupo Fiat-Chrysler. Hoy, bajo Stellantis, parece que hay redención al reescribir la marca como Premium. Pero el daño fue real.

MG 6
MG: de chiste a caso de éxito, pero con un pasado para olvidar
La MG de hoy, reencarnada en eléctricos chinos bien planteados, vende como nunca en Europa y está expandiéndose rápido. Pero eso no borra el pasado: los primeros intentos tras la era británica (con el MG6, por ejemplo) fueron un caos. Calidad deficiente, poca confianza del público y falta de identidad. Solo tras replantear la estrategia a fondo han conseguido lo que parecía imposible: que MG vuelva a ser relevante.
