LA INVASIÓN VERANIEGA DE SUPERDEPORTIVOS EN LONDRES
El centro de Londres sufre desde hace años una ‘pandemia’ de superdeportivos, aparcados en cualquier sitio, permitido o prohibido, de retoños de jeques y millonarios árabes que huyen, con sus ‘pepinos’, del infierno veraniego de sus desiertos natales.
En venganza por la Armada Invencible, que en 1588 fue derrotada por los navíos ingleses (y por los elementos), en el intento de Felipe II de invadir Inglaterra por mar, los españoles «invadimos» la capital de la Gran Bretaña, Londres, en periodos estivales. En el Metro de Londres el idioma sin duda más escuchado es el castellano (habitualmente a gritos). Sí, en el Metro.
Porque unas yardas más arriba, en el asfalto londinense, habitualmente mojado, quien «manda» en verano son los superdeportitos de los cachorros de los jeques árabes, que huyen de los hornos de sus catares, emiratos y kuwaits para pasear su riqueza, ostentaciones y horterismo más absoluto por la capital inglesa en general y por el barrio de Knightsbridge, cuya «capital» es Harrods, los famosos grandes almacenes de lujo otrora de Mohamed Al-Fayed, «suegro» de Lady Di, y hoy en manos de la todopoderosa Catar.
En estos días lo normal si paseas por las calles aledañas a Harrods es toparte con Aventadores, Enzos, AMGs y demás «parque móvil», en la mayor «concentración» mundial de superdeportivos no organizada.
Los hijos de jeques y demás millonarios de los países árabes más ricos en petrodólares compiten entre ellos por ver quién «farda» más, quién atrae más ojos y más oídos al paso de sus vehículos de varios cientos de miles de euros.
Pero lo que bien podría ser una atracción turística más de las muchas que ofrece la capital turística (un servidor no pudo evitar la tentación de fotografiar los Lambos, Ferraris y demás «chapa» con los que se cruzaba, a razón de uno diferente cada 30 segundos), es visto por el contrario como una auténtica plaga por los hijos de la Gran Bretaña residentes en tan exclusiva zona (la media del precio de sus viviendas supera los cuatro millones de euros).
Y es que los «cachorros» de los millonarios, no contentos con exhibir lo larga que tienen la cuenta corriente a golpe de «carro», se dedican a hacer sonar sus tubos de escape hasta altas horas de la madrugada en carreras improvisadas, acelerones innecesarios y demás contaminaciones acústicas. Por no hablar del peligro que supone encontrarte un Aventador circulando a cerca de 200 kilómetros por hora (¡y por la izquierda!) en plena madrugada londinense.
Y no hablemos de las multas de aparcamiento. Aunque dispongan de aparcamientos privados en la zona, estos «afortunados» pilotos prefieren aparcar sus «bugas» en plena calle, en prohibido y en las zonas más transitadas, no sea que se quede algún españolito sin verlos, que para eso los tienen. De esta forma, los vehículos van acumulando multas, que en muchos casos los dueños ni se molestan en retirar de sus parabrisas, y así exhibirlas como un «trofeo», un símbolo de su «rebeldía» ante un sistema que «revienta» sus cuentas corrientes por la izquierda…
Los «pobres» tienen que abonar hasta 150 euros por cada sanción (si bien es cierto que si hacen el pago antes de cumplir el plazo, obtienen un 50% de descuento, no sea que no lleguen a fin de mes)? Lo dicho, qué dura es la vida del hijo del jeque/millonario árabe en Londres. Si es que estos ingleses siempre tan cuadriculados ellos?
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