En marcha
El nuevo Peugeot Rifter cuenta con una sólida base de motores gasolina y diésel adaptados a la normativa Euro 6.C y al futuro ciclo de homologación WLTP. En gasolina vamos a contar con dos opciones de potencia diferentes sobre el 1.2 PureTech: 110 y 130 CV de potencia. La versión de 110 CV estará únicamente disponible con una caja de cambios manual de 5 velocidades, mientras que la variante más potente irá equipada con una transmisión automática de 8 relaciones EAT8.
En el apartado diésel, sobre un propulsor 1.5 BlueHDi, nos vamos a encontrar con tres opciones diferentes: 75, 110 y 130 CV de potencia. La versión de acceso y la intermedia irán asociadas a una caja de cambios manual de 5 relaciones, mientras que el top podrá elegirse con una transmisión manual de 6 velocidades o bien una automática EAT8.
Si bien todas las versiones cuentan únicamente con tracción delantera, Peugeot ha desvelado una colaboración con el especialista Dangel para ofrecer en un futuro una versión con tracción total. Un sistema que trabajará a la perfección con el control de descenso y que hará las delicias de los clientes más aventureros.
La marca del León se empeñó en reafirmar las aptitudes de turismo que tiene el Rifter en lo que a dinámica de conducción y confort de marcha se refiere. El comportamiento en carretera está asegurado por un tren delantero de tipo pseudo McPherson y un tren trasero de traviesa deformable. Tanto las uniones al suelo como la dirección —con un radio de giro de hasta 10,9 metros— han sido objeto de reglajes específicos, con el fin de ofrecer las mejores sensaciones en la carretera.
Esta puesta a punto nos va a permitir circular tanto en la urbe como fuera de ella sin ningún tipo de problema, con una respuesta de motor también a la altura que no nos podrá en apuros pese a la aparente imagen pesada del conjunto. Nosotros hemos probado a fondo la versión BlueHDI de 130 CV con cambio manual. Es más que suficiente para mover con soltura (demasiada soltura diría yo…) al Rifter. De hecho, con este motor es más fácil ver las costuras y carencias (pocas de todas formas) del chasis y la suspensión del Rifter, que tiene una configuración confortable en exceso, lo que lastra de alguna manera las reacciones del coche en zonas más reviradas. Pero no es éste un coche para ir de curvas, con lo que su hábitat debería ser el de carreteras con buen asfalto y curvas de amplio radio, lugar donde se desenvuelve perfectamente, con un rodar seguro y bien guiado.