En marcha

El nuevo Mitsubishi ASX… no es que cumpla dignamente en el apartado dinámico, es que valorando en este apartado la relación calidad-precio, es más que loable el esfuerzo de la fábrica nipona en ofrecer un ‘Active Sport Crossover’ como este, que tan bien se comporta en, prácticamente, todos los escenarios posibles.

Es cierto que conducimos el más potente y equipado de los ASX a la venta, pero también que por ello el precio sube quizá más de la cuenta, y son las versiones más asequibles las realmente interesantes para el comprador avezado. Sin duda, el 4×2 gasolina con cambio manual es la opción más correcta en el 90% de los casos, nos atrevemos a decir.

A nivel dinámico, el ASX cumple con lo que se espera de él. El conjunto se nota bastante homogéneo, quizá se agradecería algo más de firmeza en el tema suspensiones, pero claro, penalizaría en conducción off road, por lo que el balance nos parece bueno. Otra cosa ya es que se compre un SUV 4×4 para no sacarlo del asfalto. Allá cada uno.

Como decimos, aprueba, incluso con nota, en todos los apartados, pero es cierto que para algunos está más indicado que para otros. Así, en ciudad, por tamaño y elasticidad del motor, asociado al cambio automático, parece que todo es miel sobre hojuelas, aunque también es cierto que la ausencia del sistema de parada y arranque automático del motor, al menos en nuestra unidad, tienes la sensación de desperdiciar combustible en todas las paradas habituales. Este dispositivo es de serie con el cambio manual, pero no está disponible con la caja automática.

Acostumbrados a que ya casi todos los coches lo incorporen, la sensación de tener el motor en marcha es algo a lo que ya casi cuesta acostumbrarse.

En autopista y autovía encontramos bastante confort de marcha. Aquí es la rumorosidad la que penaliza un poco, pero nada que haga plantearse que no te comprarías el coche por esta razón. Obviamente, este SUV-C suena un poco más que cualquier compacto, pero no es para echarse las manos a la cabeza. El consumo en este apartado está en torno a los 7 litros justos, incluso un poquito menos.

En carreteras de curvas, claramente, notamos algún pequeño balanceo por culpa de esas suspensiones permisivas. También es aquí donde más sufre el cambio, ya que en condiciones normales nos parece que actúa con eficacia, pero aquí sí que parece que tarda medio segundito más de la cuenta en efectuar el cambio de marcha. Eso sí, chapeau por las levas, finas, largas, no ancladas al volante, siempre en el mismo sitio, que en situaciones puntuales te ayuda a manejar el cambio con más rapidez.

En conducción off road es cuando echamos manos del botón que nos permite variar el tipo de tracción. 2WD, 4WD Auto y 4WD Lock, tres posiciones para que puedas adaptar el coche a cada situación. Lo ideal sería llevar siempre la tracción delantera siempre que estés sobre lo negro. El 4WD y el 4WD Lock, en función de la dificultad del terreno, basta con la primera por caminos de tierra y piedras de pequeña o media dificultad, y tirar del bloqueo para que la mitad de la tracción esté en cada eje en los momentos más difíciles y terrenos más rotos.

La altura al suelo y los ángulos de ataque y salida son coherentes, pero lejos de los 4×4 más especializados, así que tampoco conviene meterse en berenjenales de manera absurda, ni querer ser más que tu cuñado. Tiremos de coco. Aún así, buena tracción en este 4WD Lock.

En cuanto a consumos, tras algo más de medio millar de kilómetros hemos obtenido una media de algo más de 7,5 litros a los 100 km. Hace siete años, cuando me puse por primera vez a los mandos de un ASX similar, la media se quedó en apenas 6 litros, con lo que no nos explicamos esta diferencia, con una conducción normal y siendo la misma versión.

También te decimos que, entre el gasolina 4×2 con cambio manual y este que conducimos, el más potente y equipado, hay casi 300 kilos de diferencia, nos parece una barbaridad, entre los 1.540 del nuestro y los 1.260 del que sirve de acceso a gama. Sirva esto a modo de información y de argumento ‘de peso’.

Quizá lo peor de este Mitsubishi ASX es que en su lavado de cara se ha olvidado, seguro que no es casualidad, de los habituales sistemas de ayuda a la conducción, tales como aviso de ángulo muerto, aviso de cambio involuntario de carril, aviso de fatiga, control de crucero adaptativo… etc.

Si nuestra unidad llevase todo eso, estimaríamos bueno el precio final, de algo más de 29.000 euros, pero sin estos dispositivos, que pueden incorporar, casi en su totalidad, toda la competencia, entendemos que el precio no es nada ajustado. Al menos lleva apertura a distancia y arranque por botón.

También parece obvio que este arsenal vendrá incorporado en el nuevo ASX, nueva generación, que tardará algo más de un año en llegar y que copiará casi todos los sistemas de su hermano mayor, el superventas Outlander.

Un detalle que no se nos ha escapado es que, a pesar de no contar con el sistema de parada y arranque automáticos del motor, el ralentí se sitúa a unas escasas 650 rpm. De igual manera, encontramos el corte de encendido a las 4.200 rpm, 200 más allá de la zona roja, y que esta mecánica tiene un considerable empuje a partir de las 2.500 vueltas.

Por último, bien con los 7 airbags de serie.

 

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PRUEBA MITSUBISHI ASX. El SUV lógico

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