Interior y vida a bordo
Y dentro del Abarth 595C Turismo, deportividad, sí, pero también elegancia italiana por todas partes. Nuestra unidad, además de la visible pintura bitono exterior que sale por 1.100 euros extras, dentro lleva una tapicería de cuero ‘tabaco’ impecable, que merece la pena si la chequera lo permite. Guarnecidos en puertas a juego, la verdad que transforma el interior del Abarth 595C con un traje italiano hecho a medida con una apariencia intachable.
Aparcamos de momento la elegancia de Emidio Tucci, con la flamante Gina Lollobrigida de copiloto, y nos fijamos en lo que vemos cuando nos sentamos a los mandos. Efectivamente, hay más deportividad en lo que vemos que en el Fiat 500 del que deriva, obviamente, pero tampoco es un rizar el rizo a lo loco. Pequeños detalles racing, pero muy marcados y definitorios, como el ‘norte cromado’ del volante a modo de cinta roja para marcar la posición neutra, la parte inferior achatada, los pedales de aluminio y una palanca de cambio de fuste ultra corto y metalizado, a juego con la bola que lo corona.
Por lo demás, un interior muy normal, que podría encajar perfectamente en el 500 del que deriva, salvo por el marcador Sport a la izquierda del cuadro de mandos, que al activar el botón del mismo nombre nos indica cómo trabaja el turbo. Para ser sinceros, también hay que ver los resultados ‘deportivos’ cuando se activa este botón en otras partes del salpicadero, pues transforma la esfera del cuadro de mandos con un fondo rojo ajedrezado e incluso tenemos un marcador con las fuerzas G que se corresponde con una conducción más osada y ligera.
Hay plástico duro. Mucho, a mansalva, pero eso no quita que el aspecto visual esté muy logrado. El volante nos sigue pareciendo un pelo grande para un coche tan pequeño y deportivo, cosa que redundaría aún más en acrecentar la sensación de espacio interior, de la que el 595 no va muy sobrado. Sí ayuda que la palanca del cambio salga de la parte inferior de la consola central, dejando un generoso hueco debajo. Así, sí. Nos abre los ojos como platos que en este coche el volante no se pueda regular en altura, solo en profundidad.
La botonería de salpicadero y volante es la característica de la marca, vista una y otra vez en Fiat. No hay demasiada tecla y, en cierta medida, eso se agradece. La parte central de la consola corresponde al sistema de ventilación, y ocupa bastante espacio, aunque no hay pérdida posible en ningún botón. Justo encima, una pantalla de 5 pulgadas con el navegador de pantalla táctil que es francamente mejorable por varios temas, entre ellos, la colocación, su funcionamiento, con un zoom por tecla que puede sacarte de tus casillas italianas, etc.
En el tablero de instrumentación, sólo un gran círculo con todo lo necesario. El ordenador de a bordo está razonablemente bien, y nos gusta que en grande siempre figure en la parte superior, de manera digital, la velocidad a la que vamos. Nadie podrá decir que no lo ve o no sabe a qué velocidad va. En el lateral, también digital, todo es digital, el cuentarrevoluciones. Sorprende un poco rodar de manera supuestamente apacible a 120 km/h y ver la aguja que no baja de las 3.000 vueltas. Quizá muy revolucionado para una placentera velocidad de crucero, donde echamos en falta, por cierto, el propio dispositivo de velocidad de crucero, además de otros elementos comunes como las luces automáticas.
A pesar de lo pequeño del habitáculo, cuenta con una guantera de lo más apañada, los huecos de las puertas son bastante dignos y entre los asientos también podemos dejar un par de bebidas, delante, otro par detrás y alguna cosa más. Sin embargo, para próximas ediciones, nos gustaría contar con los botones de los elevalunas eléctricos en las puertas, no en la consola, que el primer movimiento siempre lo perdemos hasta donde suelen estar normalmente.
Sin embargo, las plazas traseras son casi de mentira. Están. Son. Para unos apuros pasajeros puede valer. Obviamente, vamos a ir encogidos y con las rodillas incrustadas en el respaldo delantero. Los dos ‘afortunados’ que vayan detrás estarán deseando pillar todos los semáforos en verde en ese breve periplo urbano porque, sinceramente, será ‘perseguible’ de oficio cualquier transporte de pasajeros al extrarradio o, por supuesto, interurbano.
Tampoco podemos decir que el Abarth 595 esté hecho para llevar bultos y equipaje contigo. Sin embargo debemos decir que los 185 litros de maletero son más que dignos y van acorde con las medidas exteriores y el espacio interior. Una boca de carga algo más ancha sería deseable, eso sí.
Por cierto, para los interesados, el techo eléctrico, que se puede accionar con el coche en movimiento, sale por 950 euros –accionable hasta 90 km/h-, y el que quiera un cambio robotizado en vez del manual, tendrá que añadir a la factura final otros 1.950 euros. También podemos comentar que el respaldo integra el reposacabezas, y éste está tan lejos de la propia cabeza que no es nada cómodo. También ponemos de manifiesto que la visibilidad lateral trasera es muy deficiente.
Motor, acabados y equipamiento