Interior y vida a bordo

Mercedes AMG GTS_186

No sólo del diseño exterior viven los coches deportivos. Obviamente, viven en gran medida del enamoramiento que causan en el posible comprador, esa primera impresión es innegociable en este tipo de vehículos, pero cada vez más el cliente quiere conducir estas bellezas en un entorno cada vez más cuidado y deportivo. Y aquí también aprueban con sobresaliente ambos protagonistas de nuestra historia.

En Stuttgart se ha cuidado hasta el extremo esta parte del AMG GT S, y los materiales empleados en el interior son de la mejor calidad, aunque quizá no la que se espera en un coche de este precio. No vamos a decir que se parece más a un Clase A que a un Clase S, pero habrá quien lo piense y tenga sus argumentos. Desde luego en el espacio del habitáculo está claro. Nos hemos dado cuenta de que algunos botones de la consola tienen un acabado en un plástico que quiere imitar el metal, pero que se nota mucho que son de plástico. Es por ello, y por su tacto, que nos parecen mejorables. Los recubrimientos textiles y de piel tienen un remate muy bueno. También podemos encontrar materiales nobles, como aluminio o fibra de carbono.

A pesar de lo mencionado antes, en un deportivo de este tipo, el espacio disponible se espera que sea limitado. Pero curiosamente, en el Mercedes AMG GT S podemos ‘respirar’ sin tensiones. Hay buen espacio para acomodar a dos personas y lo más destacado es la altura disponible. Sin embargo, lo que abruma un poco es la consola, tanto por su tamaño como por la cantidad y tamaño de los botones. A nosotros nos ha parecido que la ergonomía no está muy estudiada y que se ha sucumbido al diseño. Lo decimos porque para manejar mandos importantes, como el selector del cambio o el propio ‘touch pad’, hay que retrasar el brazo porque quedan un poco atrás. Otro de los problemas inherentes a este tipo de coches es el calor que hace en el habitáculo, por la cercanía del motor y de los sistemas de escape que recorren los laterales del coche. Así que, climatizador a tope casi obligado.

La capacidad de almacenamiento en el interior es pequeña. Podemos dejar objetos tras los asientos donde tenemos un pequeño hueco en el que es posible dejar alguna prenda o una mochila. Eso sí, habrá que sujetarlo con una red o similar y aprovechar la barra de torsión en fibra de carbono, porque al menor frenazo saltarán hasta el salpicadero. Detrás de este espacio tenemos el maletero, que tiene 285 litros de capacidad, suficientes para poder meter sin problemas un par de maletas tipo cabina de avión y alguna cosa más. Esta es sin duda la parte del interior menos cuidada, con una superficie enmoquetada y una cortinilla enrollable que tiene un aspecto mejorable, sobre todo en lo que concierne a su sistema de anclaje.

La posición del conductor no es buena en términos de campo de visión. Este se ve muy limitado, tanto hacia delante como hacia atrás. Por delante tenemos un morro muy largo que nos impide ver donde están las cosas delante de nosotros. Hacia atrás sí que es más grave, con una visibilidad escasa de verdad, aunque siempre podemos apoyarnos en la cámara de visión trasera y en los sensores de aparcamiento que evitará problemas en las maniobras en parado. La disposición de los asientos es la típica de este tipo de coches, pero hay elementos de la carrocería que hacen que entrar y salir del coche no sea una tarea cómoda. Entre el asiento y la puerta hay un escalón grande. El escorzo es obligado para salir y entrar.

El interior destaca por una consola que preside todo. Alta y muy ancha, engloba todos los mandos de control de climatizador, sistema de ayuda a la conducción, sistema de infoentretenimiento y los modos de conducción. Algunos mandos tienen un diseño espectacular, como las salidas de aire, mientras que otros destacan por lo contrario, como los mandos giratorios de la consola. En cualquier caso la disposición de la botonería en la consola central, casi horizontal, es una oda al diseño racing, al más puro estilo deportivo, cosa que es de agradecer.

El nivel sonoro del AMG GT S es el habitual en este tipo de coches. El sonido del motor se hace muy evidente en el interior y eso, la verdad, nos encanta. El ruido aerodinámico está bien controlado y lo que más se escucha, a parte del motor, es el ruido de rodadura, debido a los enormes neumáticos que equipa esta versión, con 265/35R19 delante y 295/30R20 detrás.

Foto Audi R8 V10

Tampoco en esta sección vamos a pillar desprevenido al de Ingolstadt. El habitáculo del Audi R8 V10 no es que no desentone con respecto al exterior, sino que merece ovación de gala. El volante, el cuadro de mandos, los interruptores, el cambio, las levas, los pedales de aluminio, la tapicería, los asientos, el tacto, el color, el olor… hasta el sabor de todo lo que vemos impresiona y gusta. Otra cosa es que tardes un poco en hacerte con el funcionamiento de todo… pero eso no quita que lo que ves sea una preciosidad.

No podemos decir que sea cómodo subir y bajar del coche. Instalarse al volante requiere un cierto esfuerzo físico que cualquiera hará encantado. El esfuerzo de salida es incluso mayor, con el agravante de que sales ‘a la vida real’, a pie.

El exclusivo interior, sólo apto para dos y un pequeño hueco detrás para dejar cosas que, por tu bien, deberías sujetar lo mejor posible para que no vuelen por el interior en la primera frenada, es algo que eclipsa tus sentidos. No sabes si mirar al volante achatado, a los numerosos botones que lo pueblan, a ese botón rojo de START Engine que te invita con su pasión carmesí… o a un cuadro de mandos que, en realidad, es una enorme pantalla TFT de 12,3 pulgadas y que puedes configurar a voluntad. Puedes ver todo tipo de menús, mapas, información del coche… prácticamente lo que quieras.

Audi ha arriesgado con la consola central: no hay pantalla, ni navegador, ni casi botones. Solo dos salidas de aire, tres ruletillas y un hueco para dejar la cartera, las llaves y el móvil. Cinco botones más abajo, una palanca de cambio automático que más se parece a la que se acciona en un avión cuando despegas, y todo acaba con la ruleta táctil para moverte por los menús del navegador y cuadro de mandos, y el freno de mano eléctrico.

Puedes configurar el tablero de instrumentación de mil maneras. Como no hay navegador, puedes ver el mapa casi a toda pantalla justo tras el volante, con información básica complementando. O apostar por una esfera con un cuentarrevoluciones virtual, con información a la izquierda y a la derecha los datos básicos del coche como la potencia y el par instantáneos… en serio, imposible contaros todo.

Agradeces las levas pequeñas, pero bien colocadas, o lo a mano que está el botón Drive Select, para conectar modos deportivos, confortables o incluso uno Auto, en el que el coche se adapta a tu conducción instantánea, o uno Individual, donde puedes elegir parámetros de uno y otro y hacer tu propio modo de conducción, con un tipo de dureza de la dirección, entrega de potencia, etc.

Los asientos, espectaculares. Una pena que el reposacabezas esté integrado, pero por lo demás… son perfectos.  Recogen incluso demasiado, aunque nunca es demasiado cuando tienes 540 caballos prestos a desbocarse bajo el pie derecho. Bajo el capó, con poco más de 100 litros de capacidad, hay… es un maletero… ¿no?

Diseño

En marcha

Motor, acabados y equipamiento

Conclusión

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PRUEBA COMPARATIVA: MERCEDES AMG GT S – AUDI R8 V10

Categoría: DeportivoPortadaPruebasSegmentoSuper Cars
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