EN MARCHA
Muchos habrán saltado directamente hasta aquí, pasando olímpicamente de lo que ves por fuera y por dentro. No les culpo. Yo no haría lo mismo, pero creedme que la estampa de este bicho y las cifras que anuncia hacen que un buen puñado de los amantes al motor pasen sin titubeos a este apartado. No les culpo.
A pesar de que no es el V10 Plus y manejamos 540 CV frente a sus 610, ‘sólo’ 320 km/h frente a los 330 del más potente o perdemos tres décimas en el 0 a 100 km/h y nos vamos a 3,5 segundos… eso no impide que estemos a los mandos de uno de los coches más potentes del mercado construido en serie.
Hemos conducido este Audi R8 V10 en un circuito cerrado. Es cierto que era en extremo revirado para un coche de estas características… pero comparado con un tracción trasera de similar potencia, este atmosférico con tracción Quattro se come a cualquiera gracias a un pegamento invisible que te aferra al asfalto y te hace circular siempre como sobre raíles, sin perder un ápice ni de tracción, ni de aceleración ni de velocidad.
Es más, hace poco probamos su hermano vitaminado, el V10 Plus de 610 caballos, y mientras esta mala bestia nos pareció extremo, exigente y hasta un poco caprichoso, con reacciones que te pueden pillar un poco a contramano si andas un poco despistado, esta versión de 540 nos ha encantado a todos los niveles. Sin perder potencia de manera apreciable, es mucho más manejable, efectivo y hasta fácil de conducir para casi cualquiera de los mortales. En cifras ya hemos visto que pierde todas frente a su hermano de Zumosol, pero si hablamos de sensaciones, llegarás a ser mucho más viejo con este que con el otro, que seguro que te saca alguna cana imprevista por sustos de los de abrir los ojos como platos.
Incluso conectando el modo Dynamic el coche no se rebela, es conducible. La entrega de potencia es instantánea, los cambios de marcha con el pedal a fondo se efectúan cuando llegas a la zona roja del cuentavueltas y solo cuando sueltas el mismo dejas de tener la espalda y la nuca pegada al siento y al reposacabezas, respectivamente. Es una pena que el volante gire un poco de más, es decir, que puedas alcanzar el tope de giro sin tener que soltar las manos del aro, pero tampoco es una razón para dejar de comprarse el coche. Lo mismo que la casi nula visibilidad trasera y lateral, o la escasísima capacidad de transporte de equipaje… o incluso el consumo, que se dispara a los 16-18 litros si enlazas curvas como si te persiguiese el mismo diablo… o una pareja de la guardia civil. A punta de gas, buscando consumos bajos… puedes bajar de 12 litros a los 100… pero es que para eso no te comprar un Audi R8. Es absurdo hasta más no poder.
Más que la potencia, con sinceridad, lo que nos ha encantado de este Audi R8 V10 es esa tracción Quattro que pega el coche a la carretera e impide que deslice y pierda efectividad para hincar las garras al asfalto y sentir como te catapulta hacia adelante. Entiendo que muchos penséis y defendáis que la tracción trasera es lo más puro, que se siente mejor el coche, bla, bla, bla… pero el sentir cómo te pegas a la carretera y como avanzas impulsado por las cuatro ruedas a la vez… y siempre por el sitio que marcas con el volante… es canela de la fina.
Y no puedo acabar este apartado sin comentar, aunque sea brevemente, el sonido de un motor que hará saltar las lágrimas a muchos apasionados de la carbonilla. Ni la melodía entonada por mil querubines a las puertas del mismo cielo abiertas de par en par por el mismo San Pedro sonará más celestial para estos amantes del motor que el ronroneo al ralentí de este V10… y no te digo ya cuando hundes el pie derecho como si fueras a atravesar el suelo del R8. Echa un ojo al vídeo y sabrás de lo que hablo… puede que incluso lo sientas.