INTERIOR Y VIDA A BORDO

El habitáculo del Audi R8 V10 no es que no desentone con respecto al exterior, sino que merece otra ovación de gala y, para algunos, bastantes, supera incluso lo que vemos por fuera. Yo soy uno de ellos. No lo oculto. El volante, el cuadro de mandos, los interruptores, el cambio, las levas, los pedales de aluminio, la tapicería, los asientos, el tacto, el color, el olor… hasta el sabor de todo lo que veo me impresiona y me gusta. Otra cosa es que tardes un poco en hacerte con el funcionamiento de todo… pero eso no quita que lo que ves sea una preciosidad y te sientas un privilegiado conduciendo este cochazo.

No puedo decir que sea cómodo subir y bajar del coche. Instalarse al volante requiere un cierto esfuerzo físico que cualquiera hará encantado de la vida. El esfuerzo de salida es incluso mayor, con el agravante de que sales a la vida real y dejas de estar a los mandos de un ORNI (Objeto Rojo Netamente Identificado) que vuela bajo haga el frío que haga… ya tu sabes (guiño, guiño, codazo, codazo).

Foto Audi R8 V10

El exclusivo interior, sólo apto para dos y un pequeño hueco detrás para dejar cosas que, por tu bien, deberías sujetar lo mejor posible para que no vuelen por el interior en la primera frenada, es algo que eclipsa tus sentidos nada más subirte. No sabes si mirar al volante achatado, a los numerosos botones que lo pueblan, a ese botón rojo de START Engine que te invita con su pasión carmesí… o a un cuadro de mandos que, en realidad, es una enorme pantalla TFT de 12,3 pulgadas y que puedes configurar a voluntad. Puedes ver todo tipo de menús, mapas, información del coche… prácticamente lo que quieras.

Si nos fijamos en la consola central… o bueno, donde debería estar, vemos que Audi ha arriesgado, no hay pantalla ni navegador ni casi botones. Solo dos salidas de aire, tres ruletillas y un hueco para dejar la cartera, las llaves y el móvil. Cinco botones más abajo, una palanca de cambio automático que más se parece a la que se acciona en un avión cuando despegas, y todo acaba con la ruleta táctil para moverte por los menús del navegador y cuadro de mandos, y el freno de mano eléctrico.

No te puedo contar las miles de maneras en la que puedes configurar el tablero de instrumentación ni todo lo que puedes ver ahí. Como no hay navegador, puedes ver el mapa casi a toda pantalla justo tras el volante, con información básica complementando. O apostar por una esfera con un cuentarrevoluciones virtual, con información a la izquierda y a la derecha los datos básicos del coche como la potencia y el par instantáneos, o… en serio, no puedo contaros todo. Cada uno tendrá una configuración favorita, y eso sólo se consigue probando, tocando y ‘requetevolviendo’ a configurar todas las opciones.

Foto Audi R8 V10

Agradeces las levas pequeñas, pero bien colocadas, o lo a mano que está el botón Drive Select, para conectar modos deportivos, confortables o incluso uno Auto, en el que el coche se adapta a tu conducción instantánea, o uno Individual, donde puedes elegir parámetros de uno y otro y hacer tu propio modo de conducción, con un tipo de dureza de la dirección, entrega de potencia, etc.

Los asientos, espectaculares. Una pena que el reposacabezas esté integrado, pero por lo demás… son perfectos.  Recogen incluso demasiado, aunque nunca es demasiado cuando tienes 540 caballos prestos a desbocarse bajo el pie derecho. Supuestamente aquí se habla de plazas traseras y maletero, pero como no tiene ni unas ni otro, pues punto y final. Porque nadie me podrá decir que lo que hay bajo el capó con poco más de 100 litros de capacidad es un maletero… ¿verdad?.

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PRUEBA: AUDI R8 V10. Potencia y equilibrio

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