El proveedor de los neumáticos aumenta la incertidumbre entre los equipos de la parrilla.
Sí, no, todo se mantiene igual. Estas son las respuestas de Pirelli y de su máximo responsable Paul Hembery con respecto a los neumáticos de los monoplazas que, en el último Gran Premio de Silverstone, han vuelto a ser un desastre mayúsculo y lamentable.
Lo que está pasando en esta temporada de la Fórmula 1 se está convirtiendo en un gran circo y no, precisamente, de interés deportivo, sino todo lo contrario, un esperpento de espectáculo en el que el máximo protagonista está siendo Pirelli.
Hace unas semanas, Pirelli anunció unos nuevos neumáticos para la cita del Reino Unido, que tuvo lugar el pasado domingo. Posteriormente, anunció que los nuevos neumáticos serían una combinación de 2012 y 2013 y, el pasado jueves, cuando los neumáticos llegaron al circuito de Silverstone, Pirelli dijo que eran exactamente los mismos que los usados en el Gran Premio anterior.
Pero, no eran los mismos. Toro Rosso y Ferrari pudieron comprobar que, en un trazado muy similar al de Barcelona, tanto en la sesión de libres como en clasificación, el rendimiento de sus coches era muy inferior y, sin embargo, el de Infiniti Red Bull muy superior. Tanta diferencia se debía a alguna razón, imposible que fueran las novedades en forma de modificaciones que traían los equipos. La sospecha recayó inmediatamente sobre los neumáticos pero con una duda, ya que Pirelli decía que eran exactamente los mismos que los de Canadá.
El primer susto ocurrió en los libres, con una de las ruedas de Sergio Pérez. Lo que podría ser un hecho aislado más, se convirtió en realidad comenzada la carrera, con los pinchazos en las ruedas traseras de los coches de Massa, Vergne y Hamilton, que suponían un grave presagio de lo que estaba por venir, de destapar la estafa que han sufrido los equipos de la parrilla y que puso, muy en entredicho, la seguridad de los pilotos. Mercedes y Ferrari fueron más allá y ordenaron a su personal que recogiera todos los trozos de neumáticos que hubiera en pista, a fin de analizar qué había ocurrido.
Sorpresa mayúscula cuando descubrieron que entre la estructura de la llanta y la goma había una capa de kevlar, una modificación de la que Pirelli no había informado a los equipos, la famosa causa de la disminución y aumento en el rendimiento de algunos coches. Preguntada al término de la carrera por este detalle, Paul Hembery admitió que era un «pequeño» cambio con la intención de disminuir el calentamiento y evitar su intensa degradación y que tanto problema había causado a los equipos. La pregunta que todos nos hacemos es ¿si el jueves no había cambios en los neumáticos, cómo es posible que el domingo sí los hubiera, aunque fuera un cambio nada más?
Pirelli, por su parte, se defiende diciendo que «es un problema diferente y que se ha debido a causas diferentes de las ocurridas en otros grandes premios. En este caso, no ha sido por una degradación extensiva de la banda de rodadura, ya que se podía ver que la degradación de la banda estaba muy controlada».
El caso es echar balones fuera. Pirelli siempre tiene una excusa ante un problema con los neumáticos. Sergio Pérez, uno de los afectados, ha reclamado a Pirelli que actúe de una vez por todas, que «un estallido de un neumático a 80 km/h no es lo mismo que a 250 km/h y comprometer la seguridad de los pilotos es un hecho muy grave. Esperemos no tener que lamentar la pérdida de un piloto por culpa de un neumático cuando se podría haber evitado».
Hamilton ha ido más allá y ha afirmado que «cuando ocurra algo grave a alguien, entonces se tomarán medidas».
Desde luego, cada prueba del Mundial de F1 que pasa, la imagen de Pirelli va cayendo en picado cada vez más y tampoco sabemos hasta qué punto está dispuesta a llegar el proveedor italiano.
Al término de la prueba de ayer, los equipos colmaron las oficinas de la FIA con quejas sobre Pirelli, mientras que los reponsables del organismo hablaban con Paul Hembery y Mario Isolda, responsables de Pirelli. En esta reunión, Pirelli volvió a quitarse el muerto de encima, señalando que «el problema podría estar en los pianos, en las presiones de las ruedas o en el ángulo de caída de las ruedas, que no fuera el aconsejado por Pirelli».
Ahora, le toca mover ficha a la FIA que, a través de su presidente Jean Todt, ha convocado una reunión con los equipos para el próximo miércoles a fin de estudiar el problema.